Transcribo y traduzco una escena de la película francesa La Haine (Mathieu Kassovitz, 1995):
Es la historia de un hombre que se cae de un edificio de 50 pisos. El hombre, a medida que va cayendo, se repite sin cesar para tranquilizarse "hasta aquí todo va bien", "hasta aquí todo va bien", "hasta aquí todo va bien"... Pero lo que importa no es la caída, sino el aterrizaje.
Yo he sacado esta frase fuera de contexto y me la he repetido muchas veces, pero reconvirtiéndola en positivo: "Jusqu'ici tout va bien". No importa que estés cayendo, porque hasta que no te des el golpe, sigues entera. A diferencia de esta historia del hombre que se tira de un rascacielos, afortunadamente, nuestras caídas cotidianas son metafóricas, y no hay una ley de la gravedad que nos obligue a estamparnos contra el suelo. Por ello, aunque el golpe parezca la consecuencia ineludible, no lo es. Es reversible. Cuando algo empieza a ir mal, nos amargamos pensando que nos vamos a estrellar sí o sí. Pero hasta que ello no suceda no habría que pre-ocuparse. Porque hasta que no toquemos fondo, "todo va bien". Y cuando lo toquemos, ya nos ocuparemos en descubrir cómo rebotar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario