sábado, 13 de abril de 2013

Nieve

NIEVE

¿Quién necesita un café pudiéndose despertar con multitud de copos de nieve azotándote la cara? Sí, 12 de abril, y una última tempête de neige, como un último estertor del invierno. 

Recuerdo la primera vez que viví en Montréal, de Septiembre a Mayo, es decir todo el invierno. Recuerdo que también nevó en abril. Lloré. Sin embargo he de confesar, que hoy me ha hecho ilusión. ¡Llevaba tanto tiempo sin ver la nieve! Y hay que reconocer que es bonita. Cuando nieva, al menos, el frío no es gratuito. Te proporciona algo de belleza a cambio. El problema del invierno en Canadá no es otro que su duración. Es una virtud saber irse, el invierno debería saberlo. 

Aquí tienen un refrán que dice "En avril, ne te découvre pas d'un fil". Nosotros tenemos otro que dice "hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo". La pequeña diferencia es que lo de no quitarse ni un hilo, para ellos significa que no te quites ni un hilo de lana, ni de la bufanda, ni de los guantes... y nuestro sayo significa, que te lleves una rebequita por si a la noche refresca. En fin, algo malo tenía que tener Canadá. Lo del frío debe ser una estrategia de marketing para contrarrestar la oferta y la demanda. Si no fuera por los -20, 30 o 40 grados del invierno, todo el mundo querría vivir aquí, y eso es imposible. Australia sí que parece tenerlo todo. Pero esto me llevaría a hablar de inmigración, y yo sólo quería hablar de la nieve. 

Aquí, durante el invierno, se habla constantemente del tiempo: es una necesidad. Comentar el frío que hace, el frío que nos espera, u otras anécdotas relacionadas con carreteras cortadas y tempestades de nieve ocupa gran parte de las conversaciones hibernales. Yo pensaba entonces que estaba desperdiciando mucha energía mental (además de la física, por las calorías que consume el frío) en reflexionar sobre el clima. Alguien me dijo que hablar sobre el tiempo, no es un tópico, ni una conversación para solucionar la incomodidad de un ascensor, sino una de las pocas cosas que unen a las personas. En efecto, el tiempo, nos afecta a todos, sin discriminación por razón de género, etnia, religión o clase social... Y recuerdo con emoción cómo en pleno invierno gente que no se conocía de nada se ayudaba con una pala a retirar la nieve que sepultaba su coche, o que no le permitía entrar en casa... Sí, se crea un bonito sentimiento de solidaridad frente a la adversidad meteorológica. Siempre une tener un enemigo común.
Otra de las cosas buenas del frío, es el placer que experimentas cuando vuelves al calor. Hay que perder la sensibilidad de los pies para sentir una felicidad extrema al recuperarla.  

Bueno, mi optimismo en este post, se debe a que la semana que viene, ya se anuncia la primavera!! y en Montréal más que en ningún sitio, la sangre altera!!








No hay comentarios:

Publicar un comentario