viernes, 1 de marzo de 2013

Maladie, mal-à-dire



Maladie, mal-à-dire

Las palabras hablan. Son el objeto y vehículo de nuestras conversaciones, pero a veces se convierten en sujeto de las mismas cuando, de pronto, nos hablan, y nos dicen cosas sobre su origen y su razón de ser.
Maladie, en francés, significa enfermedad, y curiosamente vendría a significar mal-à-dire, un “mal por decir” (en esto no caí en la cuenta yo sola, me lo dijo Amélie Nothomb en alguno de sus libros). Este “descubrimiento” supuso para mí la confirmación de algo en lo siempre he creído: la psicosomatización de las enfermedades. En efecto, las enfermedades son males que no se dicen: cuando a la mente le duele algo, te lo dice en forma de enfermedad. A veces es inconsciente, y no nos damos cuenta hasta que el cuerpo no se manifiesta, pidiendo a gritos una solución para ese conflicto emocional. Por lo tanto, hay que ser sincero y hablar, no guardarse nada que nos duela. Que no se nos quede nada por decir. 
Cuanto más sinceros y transparentes... más sanos.

Ahora, la misma idea, pero en verso:

 

EL MÉDICO QUE TENÍA UN LOCUTORIO DE SALUD


El médico que sólo curaba con palabras
ha llegado a la ciudad para montar su clínica.
Ha elegido un eslogan curativo para el rótulo:
LOCUTORIO DE SALUD.

 
El licenciado en Medicina que piensa
que las enfermedades vienen ocasionadas
por todo lo que no decimos
cree firmemente que hablando, se cura la gente.
No tiene pacientes.
Tiene paciencia.

Sus allegados y seres queridos se desviven
buscando la forma de decirle que está loco.
Uno a uno, empiezan a enfermar.

Con el fin de sanarlos,
el médico se esfuerza por que le cuenten
aquello que tanto les preocupa.

No hablan por miedo a herir sus sentimientos.

Cuánto más les tira de la lengua,
menos dicen,
más enferman.



1 comentario: