martes, 24 de abril de 2012

Inercia

Existe una tendencia al inmovilismo. Nos dejamos llevar por la inercia y nos resisitimos al cambio. La inercia se define como la propiedad de no modificar su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza. Pero resulta que la inercia no es una fuerza, sino una propiedad. Es decir, contra la fuerza de la gravedad no podemos hacer nada, pero contra la inercia sí. Para empezar, mentalmente, comenzar a percibirlo como algo negativo. De hecho, la RAE da como sinónimos desidia o rutina. 
Me planteo la inercia en relación a muchas cosas. La inercia con repecto al derecho de autodeterminacióin de los pueblos. Los Estados son los que son porque son los que conocemos, y por inercia, queremos que sigan siendo así. Sin embargo, que haya Estados que hayan mantenido sus límites territoriales durante siglos, no implica que esta delimitación sea la única posible, ni mucho menos la mejor. Pero nos da pánico pensar en referendums de independencia y en la disolución y creación de nuevos Estados, porque a nuestro perezoso cerebro le supone un esfuerzo adaptarse a la novedad. 
También pensaba en la inercia en relación a la Teoría Queer sobre la identidad sexual y el género, que rompe con el esquema determinista que nos clasifica en hombres y mujeres, heterosexuales u homosexuales, y abre un abanico de posibilidades de identidad y orientación sexual. Aunque afortunadamente cada vez menos gente percibe la homosexualidad, lesbianismo, bisexualidad, transexualidad como algo anómalo (queer), nos aferramos con fuerza a las categorías de hombre y mujer como algo biológicamente incontestable. Esta teoría propone traspasar esa frontera, y por ello resulta revolucionaria y cuenta con pocos seguidores. Nuestra inercia hace que nos resulte más cómodo pensar cómo pensábamos, asirnos a categorías mentales fijas en base a las cuales hemos construido nuestro mundo y nuestra personalidad. El hecho de que puedan existir otras estructuras, nos derriba los esquemas mentales y por ello las rechazamos de plano sin siquiera darles el beneficio de la duda. 
La inercia en las relaciones, es la propidad que nos hace prolongar un noviazgo, un matrimonio, una amistad, por el miedo al cambio. 
Crisis, cambio, transformación, catarsis...
 

Si nos dejáramos llevar más cuando estamos acostumbrados a estar quietos, o si decidiéramos plantarnos y quedarnos quietos cuando estamos subyugados a la rueda del continuo movimiento, descubriríamos ante nosotros un universo de posibilidades. 
Passant de la física a la literatura, però en la meua opinió, molt relacionat, Joan Fuster, en el seu Diccionari per a ociosos, deia que tota convicció se convertiria en prejudici: 
Tota convicció —convicció seriosa— se us convertirà en prejudici per a les conviccions ulteriors. Penseu-hi. Cada convicció que adquiriu és un prejudici més que acumuleu. I ja sabeu què vol dir un prejudici: un vici d’origen. Si sou zelosos de la vostra llibertat intel·lectual, si aspireu a conservar la «disponibilitat permanent» que n’és el pressupòsit, heu d’esforçar-vos per ser homes d’escasses conviccions. El fanàtic és un convençut: De fet, els fanàtics son uns convençuts (...) Per a circular per la vida no calen massa conviccions. N'hi basten tres o quatre".

PD: Esta entrada se la dedico a mi amiga Gemma, no por el contenido en sí, sino porque me apetece.

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