sábado, 26 de enero de 2013

Espacio Antihumo

ESPACIO ANTIHUMO

Que nace y crece,
pero que no se reproduce
por un genocidio pactado.
Autodestrucción masiva.
Apoptosis la llamaban,
a la muerte programada de las células.

Miedo al mañana y al éxodo.

Albérgame en tus capas de zorro,
en tu pelo negro,
como un bosque teñido de humo.
-       ¿Fumas?
-       Yo no fumo.

Me erizo la piel a trozos de contactos vacuos
de indiferencias nobles,
de labios partidos...
Préstame cañas de azúcar
y te las devolveré en la boca
con un beso torcido.

-       ¿Fumas?
-       Sólo en espacios abiertos.

Los árboles son cigarros con hierba;
por eso a veces les prenden fuego
y se consumen,
perjudicando seriamente la salud.

El té rojo de la banalidad
con conversaciones rojas de fondo
y con políticos en los cristales.
Hablo de nada durante horas.

No tengo reloj,
pero mi paquete de tabaco me indica el tiempo que ha pasado;
se me ha hecho tarde y el estanco está cerrado.
Siempre quedarán los bares.

Filosofamos sobre la forma de los vasos,
yo empatizo con el hielo de mi copa
y me deshago,
mientras me impregno de alcohol y de palabras.

Los gases nobles no acuden a este espacio de humo
y me divierte ver cómo explotan las caricias en tus manos.

Prométeme bailes de fuego y arena,
círculos de pecho
y torbellinos tristes.

Ya me has contado
que la existencia es la anti-esencia
pero yo me niego
a fumarme tus hipótesis.

-       ¿Fumas?
-       Sólo para absorber mejor el vino.
Me revelas que la noche es el no-ocho,
negación del infinito,
y yo te admiro.

En el tiempo de un cigarro,
consumirse o consumarse,
consumir o consumar
lo inacabado...
Colilla lejana que aún huele.


Dice George que su nombre es capicúa,
¡Qué ingenuo!, ¡lo sería si fuera un número!
George es un palíndromo
o yo una disléxica que anda suelta.

   -       ¿Fumas?
-       Sólo para alumbrarme por la noche.

No te veo entre la humareda.
Te ofrezco besos oxidados
y sonrisas amarillas.

Peligro de muerte en mi lengua, en mi faringe y en mi tráquea.
Cuarentena a los fumadores
para que su humo no repercuta en las gentes sanas.
Racismo contra los pulmones negros.

No me importa cumplir algunos años de menos;
me fumaré las velas mientras viva.

¡Que mis cenizas se esparzan en los ceniceros!

Yo me fumo
y yo me consumo.



 

2 comentarios:

  1. - ¿Fumas?
    - Sólo marihuana, porque me gusta perderme en el verde,
    en el del bosque,
    en el de su piel de oliva salpicada de pelitos azules...
    ¿Pelos? ¿Azules? Qué poco poético ¿no?
    ¡Lo sé!, a ella tampoco le gustan sus pelos azules, pero a mí sí.
    Ni siquiera le gusta la marihuana, pero a mí sí.
    Por eso, cuando fumo, solo fumo verde.
    Por eso, cuando como aceitunas, espero encontrármelas con el hueso azul.
    - ¿Pero entonces… fumas o comes?
    - Como cigarrillos verdes y fumo aceitunas azules.
    O, dicho de otro modo: me la cumo (a ella), me la fomo, me la cofumo, me la fucomo…
    Uf, creu que me ha subide el porru y ya no sé ni lo que dugo…

    (Con permiso... un poema precioso. Gracias)

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  2. jaja, me encanta Rosa, me animas el blog!! :-)

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