He titulado la entrada "Algo sobre una visita a una parte de la India" para expresar que apenas conozco la India, que únicamente he visitado el Rajasthan y Varanasi y que he estado menos de un mes. Es decir, que no he vivido lo suficiente como para escribir algo fundamentado al respecto. Por ello, escribo sin conocimientos, pero con sentimientos, y esto son tres poemas que escribí estando allí:
El
niño que no quería caramelos
El niño que no quería caramelos
era
un mendigo prematuro
de
manos de araña,
de pies de barro y ojos de cristal.
Solo
su tamaño muestra su infancia desnuda,
su
inocencia descalza.
El
niño que no quería caramelos
se
camufla de superhéroe usado
para
llevarse unas rupias a la boca
y
escupírselas a sus padres
como
quien rumia una condena a no alimentarse nunca,
a
tragarse el desdén y otras malarias,
a toser los juegos que nunca tuvo,
a columpiarse en la esperanza de unos billetes
que no sabe leer.
El
niño que no quería caramelos
ha
aprendido a saborear las piedras,
a
lamer angustias que no le pertenecen,
a chuparse las penas.
Ha
aprendido a codiciar las propiedades de vidas adultas.
El
niño que no quería caramelos
frunce
el ceño ante los ojos que se desvían con indiferencia forzada,
los de aquellos que respiran aire
acondicionado
de
forma incondicional,
los
que consumen sin condiciones,
los que caminan con suelas que corren,
los
que poseen relojes que nadan,
teléfonos
que cantan,
sueños que no duermen,
pantallas
que contienen mundos que él nunca vera.
El
niño que no quería caramelos
fue capturado por un objetivo.
Solo
así, petrificado en una imagen, podría parecer un niño.
La hija madre
La hija madre
transporta un hijo hermano.
Parece su muñeco, pero esta vivo.
Con el hambre no se juega.
"Llévate algo a la boca".
De haber nacido en otro sitio
la niña seria madre
de un bebe de plástico maquillado
y con llanto de fantasía.
"No te lleves las piezas a la boca"
No podemos amamantar a vuestros hijos (dicen)
ni acostarlos en cunas con doseles junto a los
nuestros.
No somos responsables de vuestros hijos (dicen)
pero tu has sudado la seda
que abriga mi cuello.
La hija madre
pasea a su no-hijo
con la fuerza de sus no-brazos.
por las ventanillas de los autos.
Ninguno les adopta,
ninguno les lleva lejos.
"Ou je suis n'est pas qui je suis" (dicen).
El niño de cabeza colgante
pronto (con suerte) podrá caminar
y tener mas hijos que colgar
de otros brazos.
En India
País
con venas de río
donde
van a morir tus células:
vidas
flotantes.
País
de vacas santas
de
animales-persona,
de
personas-hormigas.
Reprodúcete y habla
Reprodúcete y habla
entre
pitidos constantes.
Reprodúcete
y recorre
por carreteras locas,
distancias de inseguridad.
Yo
no como animales:
los
animales me comen.
Los
monos son vegetarianos,
piensan, confiadas, sus crías.
Los
escarabajos tienen
los ojos enterrados en arena.
Corazón que no siente.
Corazón que no siente.
Yo me
remojo en el desierto la conciencia,
me
despierto llena de estrellas,
me
duermo con un té de alba y cardamomo
que
me llena de calor los pensamientos.
¡Y
cómo me pican tus niños
con
su inocencia adiestrada!
¡Y
cómo me intrigan tus damas
de
hombros tapados
y
vientre abierto!
India,
¿dónde estás, mujer?
¿detrás
de qué mostrador?
¿desempeñando
qué trabajo?
¿fregando
con tus manos, qué suelo?
¿criando
con tu leche, cuántos hijos?
¿escribiendo,
que bien puedes, cuántos cuentos
de mil y una noches?
¿empuñando
qué lanzas?
¿derritiéndote
en qué bailes?
Mujer
india de ojos pintados
y
dientes pobres,
¡sonríe! Hasta que se te estire la piel.
O
no sonrías. Y demuestra
que
tus arrugas son más puras
que
todos los templos.